Reseñas

Andrés Asturias.
En éste grupo de fotografías el artista guatemalteco, Andrés Asturias, documenta la estética del Centro Capitol, el que alguna ves fuera el teatro y el centro comercial mas importante de la ciudad de Guatemala, ubicado en la sexta avenida de la zona 1. Aunque actualmente no goza del esplendor de aquella época, en su interior aún se perciben vestigios de esa “grandeza”, la nostalgia aún habita en cada rincón y en cada objeto, en las sillas del famoso diseñador Charles Eames, las bolas de espejo de las discotecas, los dispensadores de goma de mascar y los carteles en blanco y negro que muestran los cortes de pelo que eran la moda del momento, todo integrado de forma extraordinaria con elementos de cultura actual.
Inspirado por esa “estética retro”, Asturias decide utilizar una cámara de medio formato una Yashica de los años 60, el resultado es una serie de diapositivas en color que luego escanea para editarlas digitalmente.

Celeste Ponce
En la serie “Jardín de las delicias”, esta artista hondureña, vuelve a mostrarnos un poco del erotismo que ha caracterizado su trabajo desde los primeros años, genitales femeninos y masculinos son convertidos en pétalos o capullos, un delicado ejercicio que replantea las apariencias para crear sensaciones nuevas a través de la ilusión óptica y conceptual, el título es sin lugar a dudas una provocación de la historia del arte, acostumbrada a esta mezcla de lo sagrado con lo profano, lo bello con lo grotesco, el instinto con el intelecto, un juego de asociaciones en donde una flor puede ser un objeto de deseo y un jardín no es mas que un espacio para la mas pérfida y prolífica imaginación.

Dalia Chevéz.
Para Chévez la obra debe incitar al espectador y generarle una reacción inmediata de incomodidad y desconcierto, según sus propias palabras: “la ironía y el absurdo son vitales pues dan sentido a lo que se supone lógico”, las situaciones extraordinarias y extremas funcionan como dialéctica de la realidad.
Ésta artista intenta conectar circunstancias reales por vías inusuales, fusionando de forma un tanto cómica y extraña, elementos cotidianos para crear pequeños personajes y situaciones que escapan a la razón, siguiendo la “lógica”, del objeto o su propia intuición, la del objeto, este se descubre como vestigio en la nueva construcción.
Mientras lo casual es lineal, aquello que inquieta nos causa curiosidad, nos permite extendernos y entendernos frente a explicaciones personales, justificaciones internas que se encuentran libres de imposiciones, razones que consienten el capricho.

Errol Barrantes
Con esta serie de piezas, este artista costarricense nos plantea un juego irónico entre lo que resulta inalcanzable, inaccesible e irracional, enfrentando dos lenguajes o dos realidades acentuadas en lo “formal”, por un lado tenemos varias imágenes con características de hiperrealismo generadas en computadora a través de un software de arquitectura 3D, "objetos-hogar" o "Dream Houses", como él les llama, y por el otro, un océano con características de pintura abstracta – minimalista en donde los primeros son instalados.

La escogencia del hogar (cobijo) como objeto a representar que desde siempre ha sido una de las principales necesidades humanas y que con el tiempo ha ido perdiendo su significado y se ha ido transformando en "algo" cada vez más difícil de conseguir.
En momentos en que la sociedad se vuelve más superflua y crea la exigencia de la posesión de objetos, las necesidades primarias tienden a desvanecerse y a transformarse en una carrera por lo ostentoso, la mayoría de las veces rallando en lo absurdo.
Esta distancia generada de la "simple necesidad" tanto a nivel humano como social, produce una frialdad y un aislamiento de lo sencillo, de lo real.

Esto es lo Errol busca acentuar por medio de sus obras, el contraste entre los lenguajes tomando el “hiperrealismo” como ostentosidad y la pintura abstracta-minimalista como sencillez, su intención es presentar opuestos, junto a un horizonte continuado en la pared que integra el espacio expositivo e incluye al espectador en un juego de distancias y apariencias.

Jonathan Harker
Para este artista nacido en Ecuador y radicado en Panamá, hacer arte es contar historias de otra manera. La realidad que nos rodea según él, es algo construido socialmente. El lugar donde vivimos, la historia, y nuestra misma identidad personal o colectiva son productos de un accidentado proceso de selección y combinación regido principalmente por intereses parcializados e ideologías repletas de contradicciones. La manera en que concebimos nuestro mundo, y cómo lo creamos y modificamos físicamente, se asemeja mucho a la manera en que ideamos y contamos cuentos, ya sea con palabras o imágenes. Mitificamos, intentamos reconciliar o ignorar las incongruencias, las imperfecciones, las ambigüedades. Buscamos reconfortarnos con historias que tienen un principio, un medio y un final, en las cuales todas las cosas son claras, y todas las piezas encajan. Pero la vida no es así, y no todas las historias tienen por que serlo.

Su serie de postales de panamá y los guateramas y honduramas, quizá sea el mejor reflejo de esta filosofía, en ellas Jonatan presenta situaciones en donde la realidad y la ficción están fusionadas con humor, pequeños fragmentos de historias que hemos leído los que alguna ves estuvimos en los lugares que aparecen fotografiados, el espectador puede ser parte de la historia, del fotograma, como el artista cuando aparece asumiendo personajes en la teatralidad-realidad.

Luis Fernando Ponce
Este artista que se formó como diseñador gráfico, esta muy familiarizado con la visión de los objetos como productos o de los productos como cosas, objetos de posesión o de deseo, sublimados por una dinámica de necesidades creadas, una suerte de fetiches pos coloniales.

Como quien entiende bien este proceso, Ponce construye obras en donde sacraliza objetos de consumo diario, intentando dotarlos de un aura mística. Bajándoles de su escaparate comercial en el supermercado y despojándoles de sus características originales, color, logos y demás, el artista los lleva a su estudio para fotografiarles en actitud totémica, en ambientes neutros, oscuros, como si quisiera conferirles poderes ocultos, poderes que por demás ya tienen o ya les han sido conferidos por el sistema.
En el fondo, quizá solo se trata de un ejercicio de purificación del objeto banal, o de un comentario que retrata la actitud que caracteriza a la sociedad de nuestro tiempo, inmersa en la dialéctica de las marcas.

Mario Santizo
Lo de este novel artista guatemalteco es la teatralidad con la que asume, ridiculiza y cuestiona los hechos que la historia, a través de sus mecanismos de legitimación nos ha enseñado, su sentido del humor nos hace replantear o reacomodar imágenes que pertenecen a nuestro imaginario “artístico”, “cultural”, “social”, “religioso” e “histórico-universal”.

Como bien apunta Rosina cazali, 4,
“Escenificar es una de nuestras mejores dotes. Perpetuamos con naturalidad lo que hacían los artistas del barroco: decorar tumbas e iglesias sin importar el credo. Escenificamos los banquetes, los vestidos, los peinados y los pasteles de 15 años como actividad ritualística.
La retórica de políticos y poetas del paisaje nacional llegan a alcanzar tonos y adornos semejantes a los de los platos de fiambre. Si ambicionamos un proyecto moderno o –en fin– posmoderno es imposible imaginarlo sin la vigencia del frenesí religioso, los cuerpos crucificados, el drama apocalíptico y el recuento de nuestras altas y bajas pasiones. Dicen que donde no hay nada, nada puede ser despilfarrado.
Todo lo anterior es el mejor marco para situar una obra como la de Santizo”.

Priscila Monge.
En la obra de Priscila Monge, uno se encuentra con frecuencia, un giro inesperado que rompe lo rutinario, un deliberado trastoque de la realidad, un comentario mordaz o un torcer el brazo a principios “políticamente correctos” , su propuesta es un constante cuestionamiento sobre el significado de las cosas, de lo cotidiano, de las relaciones humanas, de las verdades absolutas.
En la serie “El artista nos revela verdades míticas” , hace una parodia de lo que es trascendental para la sociedad actual, desmitifica ideas que han sido columnas del pensamiento contemporáneo. “el amor es cosa de vida o muerte”, “el deporte es cosa de vida o muerte”, “la palabra es cosa de vida o muerte”, colocando estas ideas en un escenario doméstico donde la casualidad, el asar y la suerte son variables “considerables”, “filosóficas”, y el artista, un vidente, un iluminado.
En un entorno como el nuestro, definitivamente la clave de la existencia puede estar al cruzar la esquina, hasta el fondo de una taza de café, en el mensaje de un tele-evangelista o en el interior de una galleta china.

Walterio Iraheta · curador
San Ignacio, Chalatenango, El Salvador. 2009

(1) Image and Memory: Photography from Latin America, 1886 – 1994, impreso por la Universidad de Texas en 1998.

(2) Mapas Abiertos, Fotografía Latinoamericana 1991 – 2002, Lunwerg Editores y Fundación Telefónica, Barcelona, España 2003.

(3) Wikipedia, Enciclopedia libre de Google.

(4) fragmento del texto publicado por la curadora independiente Rosina Cazali en El Periódico de Guatemala.